A pesar
Sólo frío y silencio.
Las sombras, vestidas de nieve,
ruedan montaña abajo.
Un pájaro aterido intenta el vuelo.
El frío me rodea.
¡Cómo extraño el calor
de un invierno descalzo!
Miro mis manos congeladas arañando la cumbre
y sonrío.
De profundis (I)
En la vertiente
donde el silencio juega con el agua
el arrullo del ave fluye lento
y el tiempo se detiene.
De profundis (II)
Una mirada sin final
se enciende de distancias
y vuelca su perfume
sobre la inmadurez añeja de niños hechos hombres,
de sabios ignorantes,
de fantasmas corpóreos y mujeres etéreas,
de silencios concretos, de palabras abstractas,
de caricias que nunca concluyen,
de desvelos de madre al lado de un lecho,
de cansancio de padres y abrazos de hermanos.
Una mirada sin final
planea sobre la vida misma
sin pretender siquiera ser mirada.