1. Almacén de nostalgias
Un sabor a profundo
me llena la garganta.
Despacho de nostalgia
donde se compran recuerdos por docenas
envueltos en periódicos añosos
y se pesan kilogramos de distancia
en básculas de instantes.
Donde se beben pócimas de ayer
multiplicadas en la barra
en que se acodan los borrachos de destino
para beber la vida.
Donde la antigua caja
tintinea silencios
y la luna se duerme en el fondo
de un vaso de ginebra.
2. Leyenda urbana
Las esquinas de las calles
se cruzan sin saludarse.
Ciudad oculta
que deriva por el asfalto sugerente de la nada
en repentino viaje al más allá de los suspiros
goteando miel de sufrimiento ajeno
que se adhiere al empedrado del barrio
arrepentido de silencio.
Faroles apagados colgando de los cables
sobre la vía muerta de un tranvía que no está
y fantasmea presencias imposibles
traqueteando sueños infantiles
de golondrinas amarillas.
Pasos perdidos en la vereda angosta
de árboles desnudos
que revelan las miserias de la ciudad
que acalla ronquidos de impaciencia.
Y los pájaros,
ah,
esos pájaros que trinan la locura de nidos
engañados por los postes de luz en las esquinas,
gorriones cautivados por el neón de los carteles
y el ruido de los micros.
Y allí, en medio del bullicio,
me conmuevo de gozo
y vivo la ciudad que me devora.
6. Café de nostalgia
Café de espejos apagados
que lloran sentimientos y azúcar en saché,
vitrales indigentes, piso de ceniza,
barra gastada de nostalgia,
humo en ceniceros de cretona,
botellas medio llenas de tinieblas,
copas ajadas por suspiros inmigrantes,
tazas con borra de silencio,
servilletas atrapadas en acrílico maltrecho.
Y en el aire,
la música que lastima la conciencia.
Estos poemas forman parte de la serie "Gotas de ayer"